jueves, 29 de mayo de 2008

¿Cómo será Montevideo dentro de 200 años?

Francisco Piria, relojero, hombre de negocios, y quizás, por que no, soñador, intentó abatir al tiempo y en un experimento de ficción o no, logró tener la imagen de lo que sería Montevideo doscientos años después. Dicen que corría el año de 1898, cuando Piria había regresado de la India, donde en el encuentro con un fakir obtuvo una sustancia líquida que lo llevaría al futuro. Una vez que llegó a su país, Uruguay, mandó construir una cajita de cristal donde se metió y tomó el liquido que aquel fakir le había entregado. Estuvo, quizás en un estado de catalepsia, por el término de 22 horas, 22 horas que lo hicieron viajar en el tiempo y recorrer el futuro y hasta enamorarse también. ¿Qué vio Piria en ese Montevideo de 2098?. Aquí daremos una pequeña síntesis: Encontró que los países no tenían aduanas, ni existía el proteccionismo, la humanidad había podido superar las enfermedades que en 1898 asolaban a la población, tisis, espinitis, la diabetes, enfermedades del corazón, las del cerebro, como la meningitis. Montevideo había podido lograr tener una población de 22 millones de habitantes, no existía discriminación desde el punto de vista religioso. Por otro lado, había vehículos que funcionaban a aire comprimido, instrumentos de comunicación inalámbricos, se utilizaba la energía solar, existía control de la temperatura en el ambiente cerrado, se unía el campo con la ciudad, en todos los departamentos de la República, existían Universidades, que a las personas la capacitaban desde el punto de vista científico, tecnológico, pero también humano. También existía un puente que atravesaba la bahía de Montevideo y las estructuras arquitectónicas medían 300 metros. El mundo no tenía fronteras, sino que había una Confederación, no existían los ejércitos ni policías, la educación era a partir de los cinco años y sólo el Estado era el que estaba capacitado para realizarla. Las jornadas laborales no superaban las dos horas diarias, la tenencia de la tierra no podía exceder a diez hectáreas, nadie podía tener más tierra de la que no podía trabajar, Uruguay había recuperado los territorios que antiguamente habían sido arrebatados por Brasil, para transportarse, había vehículos voladores llamados “voladores”, existía la mototipia, que era una máquina de escribir, que grababa, imprimía y encuadernaba el periódico para que pueda ser vendido y leído. Había un dominador de olas cuando había marea alta, se había creado un microbicida que protege al hombre de enfermedades. Las personas utilizaban un brazalete a pila que los protegían de los microorganismos que había en el ambiente, todos hablaban un lenguaje universal llamado “victorioso”. Y no debemos dejar de comentar que Francisco, o Fernando como se llamaba en su narración novelesca, se había enamorado de Rosalba, hija del anfitrión, Temístocles. Amor éste que debió esfumarse, cuando ambos, se tocan sus manos y se miran, ya que el efecto del líquido se perdió y Francisco vuelve a Montevideo en el año 1898.
Lo cierto es que Francisco Piria siempre fue soñador, siempre tuvo utopías, por ejemplo, debemos recordar que en 1890 compró 27 mil cuadras de terreno junto al mar, donde se ubica el departamento de Maldonado, dónde fundó Heliópolis, posteriormente, llamado Pirlápolis, y dijo que ese lugar era especial, se adelantó y comentó que ese lugar iba a hacer el balneario del Uruguay más hermoso y donde habría un centro turístico importante. Además, podemos agregar que Francisco Piria, fue el fundador de más de 70 barrios de Uruguay, fue uno de los primeros en comprar grandes extensiones de tierra y luego fraccionarlas para venderlas, Piria, creaba calles, plazas, manzanas, etc. Piria desaparece misteriosamente, a los 86 años, se dice, como alquimista que era, que su alma sigue por el Castillo que construyó en Piriápolis, y que de noche se puede sentir las voces de sus perros y hasta inclusive su voz.
Que lo llevaba a éste gran hombre a imaginar, soñar y transformar aquellos sueños en realidad, si analizamos bien sus predicciones, muchas, hoy, son realidad. Me pregunto, ¿Cómo será Montevideo dentro de doscientos años? Sería lindo imaginarnos un mundo mucho más justo, ¿no?.-

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